Sacrificio
El sacrificio es, en el contexto del mensaje de Fátima, expresión del amor a Dios y al prójimo, como el evangelio, donde la expresión extrema del amor de Dios se traduce en el sacrificio de Cristo. Como reconoce la Hermana Lucía, «en el transcurrir de todo el Mensaje, comenzando por las apariciones del Ángel, encontramos una llamada a la oración y al sacrificio ofrecido a Dios por amor y por la conversión de los pecadores». El amor es la razón única del sacrificio. El mensaje de Fátima reconoce, con todo el realismo, que el sacrificio es una exigencia del amor, la cual el amante no puede robar.
Si, por un lado, el sacrificio es el proceso de aceptación en la verdad de todo lo que construyo en mi vida -y, por eso, el Ángel pedía a los pastorcitos que aceptasen sobre todo «el sufrimiento que el Señor os envía» –, por otro lado, es también participación en el misterio redentor de Cristo, en su misión de reunir a todos en el redil del Padre, no abandonando al otro en la soledad de su culpa- y, por eso, María desafía a los pastorcitos a que se sacrifiquen por la conversión de los pecadores.
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