Corazón Inmaculado
En la aparición de junio, la Señora presenta su Corazón Inmaculado como «el refugio y el camino que […] conducirá hasta Dios.» De nuevo, en julio, después de la visión del infierno, ella lo reafirma al proponer la consagración a su Corazón Inmaculado como medio de conversión y reparación. La devoción al Corazón Inmaculado de María se convierte, expresamente como la petición de consagración de Rusia y de todo lo que esta simboliza, expresión de la presencia de Dios que acompaña el drama de la historia de los hombres, invitando a los creyentes a otra visión de la historia, proyectada sobre la dimensión escatológica. En Pontevedra y Tui, en las visiones que cierran el acontecimiento de Fátima, la llamada a la consagración es renovada, asociándole la comunión reparadora de los primeros sábados.
En la petición de consagración al Corazón de María y de la comunión reparadora en los primeros sábados está la centralidad de Dios. Como camino que conduce a Dios, el Corazón de María es un corazón moldeado según el Corazón de Dios - «os dará pastores según mi corazón» (Jer 3,15) – y se consagrará a él significando acogerse en la voluntad de dejarse convertir por la misericordia divina. El Corazón Inmaculado es icono de los designios de misericordia que Dios tiene sobre su pueblo.
Así también los primeros sábados, ofrecidos en reparación del Corazón Inmaculado de María, evocarán en el creyente la centralidad de la misericordia de Dios y le recordarán que el corazón sin mancha transpira su presencia amorosa.
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