13 de agosto, 2024
“Fátima sigue siendo para los migrantes un baluarte de fe, un lugar de súplica y gratitud”En la homilía de la misa que presidió esta mañana en el Recinto de Oración, el obispo de Coimbra evocó la sombra oscura que es la explotación de los inmigrantes.
“El pueblo migrante cree que Nuestra Señora de Fátima les ayudó a soportar las durezas de la vida y fue la ayuda sin la cual no conseguirían guardar la fe”, dijo el obispo de Coimbra, en la homilía de la misa de este 13 de agosto. Esta es la razón por la que hombres y mujeres, de generaciones sucesivas, regresan regularmente a Cova da Iria. “Fátima sigue siendo para los migrantes un baluarte de fe, un lugar de súplica y gratitud a Dios, un símbolo de confianza en la Virgen María y de compromiso con el Evangelio”, destacó D. Virgílio Antunes, quien este año presidió la Peregrinación Internacional Aniversaria de Agosto. La actualidad nacional sigue marcada por la migración. El presidente de la celebración afirmó que, así como los jóvenes siguen saliendo del país, no siempre "por una decisión libre y sin restricciones", también llegan a Portugal poblaciones procedentes de otros lugares y contextos culturales y religiosos. Vienen para escapar de la pobreza o la guerra, en busca de nuevas oportunidades de vida que no pueden encontrar en sus orígenes. “Quienes llegan también tienen que afrontar la novedad de lo desconocido en una tierra extranjera como fuente de aprensión y, a menudo, de inmensa soledad”, recordó. D. Virgílio Antunes también trajo a la reflexión el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se refiere a “una luz que nos guía y una casa donde vivir” como condiciones esenciales para un camino de bienestar y felicidad. Pero a veces la luz se convierte en sombras oscuras y la casa en un lugar de rechazo. “El mundo es consciente de la existencia de muchas caras ocultas que, sin escrúpulos, prometen paraísos a los pobres de las periferias del mundo”, afirmó el obispo de Coimbra. También recordó que, “detrás de unos miles de euros o de dólares, los rostros de quienes se presentan como buenos samaritanos acaban revelándose como rostros de delincuentes crueles, que abandonan a los desilusionados al borde de la carretera o los entregan a su suerte en medio de las olas del mar, preludio de la muerte o choque con la dura realidad que les espera en la playa”. El simbolismo de la casa, también presente en el mensaje del Papa Francisco, llevó al presidente de la celebración a compartir que, a veces, “la casa, la sociedad, se convierte en un lugar de rechazo; la comunidad, lugar de discriminación; el trabajo, un medio de explotación”. D. Virgílio Antunes destacó que “quien tiene a Cristo como luz y le confía la dirección de su vida, trabaja a favor de la hospitalidad, es decir, está dispuesto a recibir con alegría a sus hermanos en la casa que es su tierra, su cultura, su Iglesia, su economía, su trabajo, su convivencia y su amistad”. La misma reflexión compartió, al final de la celebración, D. José Ornelas, cuando mencionó que María acompañó a tres niños “para enseñarnos que son precisamente los que más lo necesitan, que debemos ser guías acogedores, cuidadores ”. El obispo de Leiria-Fátima recordó las palabras del Papa Francisco, el 5 de agosto del año pasado, en la Capilla de las Apariciones: “ésta es la imagen de la casa de la madre, una casa que tiene columnas y un techo para acoger y ser un refugio para los que llegan”. “Oremos para que nuestro país, esta Europa nuestra, el mundo se convierta en un hogar tan acogedor, para que todos tengan lo necesario para su peregrinación en la tierra. Y recemos sobre todo por la paz, que es una de las señas de identidad de este Santuario”, concluyó. En las celebraciones de esta mañana, en las que tuvo lugar la tradicional ofrenda de trigo, participaron alrededor de 50 mil peregrinos. Concelebraron cuatro obispos y 90 sacerdotes. |
