02 de abril, 2008

El P. Virgilio Antunes fue designado por D. Antonio Marto, Obispo de Leiría-Fátima, para el cargo de Rector del Santuario de Fátima.
Estando terminando, el 13 de febrero de 2008, el mandato del actual Rector, Mons. Luciano Guerra, D. Antonio Marto presentó al Consejo Nacional del Santuario de Fátima el nombre del P. Virgilio Antunes para asumir estas funciones, cuya propuesta fue aprobada el 2 de abril de 2008, por la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Portuguesa.
El  nuevo Rector, que tomará posesión el inicio del próximo año pastoral, será nombrado por el obispo de Leiría-Fátima para un mandato de cinco años.
Actualmente el P. Virgilio Antunes es docente universitario, Juez del Tribunal Eclesiástico, Delegado Episcopal para el Diaconado Permanente, miembro del Colegio de Consultores y Capellán en el Santuario de Fátima, donde desempeña las funciones de Director del Servicio de Peregrinos y del Servicio de Alojamientos.
 
 
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Anuncio 2.4.2008
En declaraciones a la Sala de Prensa del Santuario de Fátima, después del anuncio de su nombre para nuevo responsable de la institución, el Padre Virgilio Antunes habla sobre su nombramiento para este nuevo cargo y sobre su unión a Fátima y a Nuestra Señora de Fátima.
1. ¿Con qué sentimientos acoge la invitación del Señor D. Antonio Marto para ser Rector del Santuario de Fátima?
Padre Virgilio Antunes – En primer lugar, con algo de recelo. Es un trabajo nuevo, con una carga de responsabilidad grande y que me guarda, con seguridad, un conjunto de sorpresas.
En segundo lugar, con serenidad. Más que de una invitación se trató de que el Obispo diocesano pidió la realización de una misión, como son todos los trabajos a los que nos dedicamos en la iglesia. Sé que el reflexionó, hizo sus consultas en la diócesis y tomó la decisión que, de hecho, me pidió que aceptara. No tenía otra palabra que decir, sino acoger la petición, como hice en otras circunstancias con los anteriores obispos.
Finalmente, debo decir que acogí con alegría, pues no concibo trabajar en la iglesia como sacerdote de otra forma.
2. Como diocesano de Leiría-Fátima, es natural de una parroquia vecina de este Santuario, ¿cuál es su unión personal y en términos de devoción a este santuario mariano?
Padre Virgilio Antunes – Desde la infancia, Fátima es parte de mi vida. Me habitué a ver el Santuario como una parte natural de la Iglesia y de la Diócesis. Forma parte de aquellas realidades cuya existencia no se cuestiona ni se discute. Comencé a venir al Santuario particularmente en el contexto de la catequesis infantil: veníamos a pie, recorríamos todos los lugares, visitábamos la Capelinha, los Valinhos, rezábamos el rosario y hacíamos el Víacrucis; comíamos la merienda y regresábamos para casa también a pie.
En términos de devoción personal, tuve la gracia de que se me transmitió desde bien temprano y de que el Seminario continuó fomentando. Tengo dificultad para imaginarme de otra forma y sin esta dimensión mariana de la fe cristiana que, de modo muy humano, nos aproxima a Cristo.
3. Es capellán del Santuario de Fátima desde 2005. ¿Cuál fue la primera impresión al llegar a este local en términos de funcionamiento, de servicios, de organización? ¿Ya tenía trabajado en el santuario antes de ser capellán y director del Servicio de Alojamientos y del Servicio de Peregrinos?
Padre Virgilio Antunes – Antes de llegar aquí, en septiembre de 2005, conocía poco sobre el funcionamiento del Santuario. Era un conocimiento exterior: las multitudinarias peregrinaciones aniversarias, la tranquilidad y la calma de algunos lugares en las visitas regulares que hacía… Desde el punto de vista organizativo, casi nada, con excepción de algún que otro pormenor ocasional, para participar en algún encuentro, en un congreso o en un retiro espiritual. A petición del Rector, hace algunos años colaboraba en las peregrinaciones aniversarias, como comentador de las celebraciones.
Cuando llegué quedé sorprendido con la complejidad existente, pero sobre todo, con el rigor y la responsabilidad con que cada uno de los sectores ejecuta las tareas que le competen.
4. ¿Cómo fue trabajar con Mons. Luciano Guerra y cuál es la impresión que tiene de él y del trabajo por él desempeñado?
Padre Virgilio Antunes – Pienso que fue la mejor escuela y la mejor introducción al trabajo que ahora viene. Admiro mucho su capacidad de trabajo, así como el método, ponderación y rigor. Como sabemos, el Santuario de Fátima nace de una iniciativa divina a favor de la humanidad, pero, gran parte de aquello que es hoy, se debe a la iniciativa de Mons. Luciano Guerra, su persistencia y capacidad de ultrapasar vientos y mareas.
Deja el santuario dotado de las infraestructuras necesarias para su misión, capaces de acoger a los peregrinos de Nuestra Señora en óptimas condiciones, deja una estructura organizativa adecuada y funcional y un ambiente orante y celebrativo, que cautiva a las multitudes en Portugal y en el mundo.
5. Así que tome posesión del cargo y una vez que ya conoce el trabajo pastoral y la organización de la institución, ¿apostará en que, esto será un trabajo en orden a la continuidad con aquello que ahora aquí está hecho o habrá nuevas propuestas a desenvolver?
Padre Virgilio Antunes – El Santuario conmemoró el año pasado el nonagésimo aniversario de las apariciones de Nuestra Señora y, por tanto, de sus orígenes. La historia no comienza, por esto, con el cambio del rector. A su vez, la Iglesia y sus instituciones tienen un ritmo frecuentemente diferente de las instituciones de la sociedad civil. Nuestra primera tarea es procurar estar atentos a las señales de los tiempos y a Dios que habla en ellos y a través de ellos, en la perspectiva de la fidelidad.
La primera preocupación será siempre la de conocer y amar más a Nuestra Señora y su mensaje de conversión, dirigida a la humanidad de nuestro tiempo. Esto exige que nos centremos en lo esencial y que todo en Fátima este al servicio de este objetivo.
Es, por esto, claro, que la perspectiva es de continuidad, en la fidelidad al don que Dios aquí nos entregó por las manos de María. Esto no significa, naturalmente, que no tenga que haber constantemente una reflexión alargada sobre los caminos a recorrer.
En esta altura, pido a Nuestra Señora de Fátima que vele sobre nosotros, sobre este su Santuario, para que cumplamos siempre los objetivos de su mensaje.
 







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