08 de diciembre, 2024
“Cuanto más ignoramos a Dios, más distorsionamos su proyecto de felicidad”En la homilía de la misa de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Dom José Ornelas consideró el don de María como ejemplo de vida en Dios.
Alrededor de 70 mil peregrinos participaron en la misa de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, celebrada esta mañana del 8 de diciembre, en el Recinto de Oración del Santuario de Fátima. Presidió el obispo de Leiria-Fátima, quien presentó a la Nuestra Señora como modelo y guía para la “nueva humanidad” y ejemplo de adhesión al proyecto de Dios y de confianza activa, servicio y misión. Don José Ornelas comenzó distinguiendo las diferencias entre “la primera y la segunda Eva”, estableciendo una metáfora entre las flaquezas humanas, que nos alejan de Dios, y el ejemplo de entrega de la Virgen María al proyecto divino. Para concretizar este contraste, el presidente de la celebración nombró algunas de las acciones humanas que generan pecado: la búsqueda de la felicidad por el camino equivocado, el deseo de poder e independencia a través de la desigualdad, opresión y guerra, en una actitud que lleva al miedo, a la inseguridad, al sufrimiento y a la muerte. “Este mundo y la humanidad son prodigiosos, pero no perfectos. Y cuanto más ignoramos a Dios, más nos volvemos distorsionadores de su proyecto de felicidad y de vida”, afirmó Don José Ornelas, al presentar como solución el “camino de superación del pecado y de la limitación”, mediante la adhesión consciente y amorosa al proyecto de Dios, siguiendo el ejemplo de María. “El asentimiento de María no es una “obediencia ciega”, sino una confianza activa en el proyecto que va entendiendo del Padre Celestial. Ese es el secreto de la fe auténtica, que siempre busca, siempre camina, siempre descubre y adhiere, con la mente y el corazón”, explicó el obispo de Leiria-Fátima, destacando la importancia de la libertad consciente y activa en esta entrega. Finalmente, el presidente de la celebración presentó la vocación de María como modelo para la misión de evangelización de cada bautizado, garantizando la presencia misericordiosa de Dios. “También nosotros sentimos la angustia de la primera Eva: nuestra debilidad, dolor, destrucción, enfermedad, muerte... Pero sabemos que nuestro Dios es más grande que todo esto y que es un Padre cariñoso para nosotros. Eso es lo que vivió María y es eso lo que nos enseña”, concluyó evocando el mensaje de Fátima como garantía de la presencia de Dios en la Historia de la humanidad. |